En una parcela abrupta, enclavada en uno de los cientos de barrancos que conforman el paisaje de la isla de Tenerife, concretamente en el "Barranco de los cuchillos", se engarza esta pieza sólida adaptada a la pendiente natural del terreno.
El proyecto planteo desde el principio varios retos constructivos, desde estabilizar las laderas con tierra armada, hasta hormigonar cimentaciones aisladas, cada una a una cota diferente.
Una vez alcanzada una plataforma estáticamente firme, se desarrolla una vivienda en dos plantas, una bajo rasante de la calle, que alberga el área de estar, cocina y comedor, y otro nivel a ras de calle, donde se desarrollan los dormitorios.